Convencida de que en todas las
culturas, todas, se realizaron masajes (por lo comentado en la
entrada anterior), hubo unas que lo difundieron más que otras. Dependiendo del origen, el masaje se realizará y se entenderá de
una forma o de otra. A pesar de las diferencias, existe una relación
profunda entre todas ellas: la búsqueda de la mejora personal, tanto
física como psíquica.
La diferencia es muy clara entre
la concepción del masaje en Occcidente y en Oriente:
Occidente se centra en el cuerpo
físico. Oriente en las energías que circulan por el cuerpo.
Occidente:
Abandonar una posición tan estable
como es la cuadrúpeda en favor de la bípeda supuso un desequilibrio
postural permanente. Por ejemplo, el esfuerzo necesario para mantener
la verticalidad implica sobrecargas musculares a la espalda. La
gravedad comprime nuestra columna vertical, favorece el desgaste de
dicha estructura y en consecuencia sufrimos patologías vertebrales.
Otro ejemplo lo vemos en nuestra circulación, que se ve afectada
dada la dificultad del retorno venoso produciéndose varices.
El masaje occidental actúa
esencialmente en la musculatura. Se orienta a procesos de
recuperación tras el esfuerzo. Vigila especialmente la correcta
realización. Los príncipios físicos son los que rigen, dejando
algo apartados los principios filosóficos o energéticos.
El tratamiento occidental cumple la
finalidad de descarga, relajación, estiramiento...actuando sobre
grupos musculares superficiales y profundos, eliminando o aliviando
los puntos de dolor.
Oriente:
Su orientación es filosófica.
Considera el cuerpo como un canal por el que circulan energías. Si
estas energías no encuentran obstáculos y viajan libremente, el
cuerpo está sano. El objetivo del masaje será devolver los cuerpos
a un estado de armonía destruyendo las barreras que frenan la libre
circulación de las energías.
Existen el yin y el yang. Cuando se
encuentran en un equilibrio dinámico, gozamos de salud. Si no existe
este equilibrio, el cuerpo se predispone a sufrir todo tipo de
patologías. El yin y el yang son las dos fuerzas fundamentales,
opuestas y complementarias: luz y oscuridad, sonido y silencio, calor
y frío, movimiento y quietud, vida y muerte, mente y cuerpo,
masculino y femenino.
El yin es el principio femenino, la
tierra, la oscuridad, la pasividad y la absorción. El yang es el
principio masculino, el cielo, la luz, la actividad y la penetración.
El aumento de una implica la disminución de la otra en el mismo
grado.
En el masaje oriental se exploran las
zonas calientes, frías, tensas, hipotónicas... y la acción del
masaje irá encaminada a lograr una circulación libre de las
energías que nos recorren, de forma que se produzca un regreso a la
armonía original. Aportaremos movimiento y calor a las zonas
pasivas, relajaremos y estiraremos las zonas cuya tensión reprime la
circulación energética.
Personalmente, me centraré en el
masaje occidental.
El masaje es la práctica de una serie
de técnicas de aplicación de presión, fricción, tensión,
movimiento o vibraciones, manualmente (quiromasaje) o por medios
mecánicos, sobre los tejidos blandos del cuerpo incluyendo músculos,
tejido conjuntivo, articulaciones, ligamentos, tendones y vasos
linfáticos, y activa la circulación sanguínea.
El masaje se utiliza por sus efectos
mecánicos y reflejos sobre la musculatura, sobre la piel, la
circulación y las vainas tendinosas. Los masajes tonificantes
aumentan el tono muscular, mientras que los destonificantes lo
relajan.
Mucho antes de su reconocimiento y
perfeccionamiento como recurso terapéutico, el masaje había sido
ampliamente utilizado como medio de mejora y mantenimiento del estado
de salud asociado con frecuencia a otras técnicas como la de
utilización del agua, los baños, etc.
Encontramos manuscritos y grabados
chinos, hindúes y egipcios. Considerado como un arte más dentro de
la práctica de la medicina, la antigua cultura griega lo desarrolló
y de ahí pasó a las culturas islámica y romana. De esta última lo
heredó occidente, pasando por un período de marcado rechazo durante
la Edad Media y redescubierto en el Renacimiento. Al llegar al siglo
XIX se produce un espectacular auge de la práctica, estudio y
desarrollo del masaje.
No hay comentarios:
Publicar un comentario